sábado, 25 de abril de 2009

segunda parte....

Dos pasos hacia la puerta trasera iluminadísima de cascos policiales y dientes de oro. Otros dos hacia la puerta roja, la cortina rasgada. y los últimos dos acercándose a metros del zumbido. De las pirañas. De la ciudad entera que espera para lanzar latigazos. Pegajosos. Un Temblor en el tobillo flacuchento. El estadio entero se estremece cuando el foco principal del escenario le alumbra la cara. Deformes conchitas de mar. Abiertas y huecas. Sin perla, ni carne. Una cavidad acústica en la que Peter se recuesta y tuerce cada vez que entra en ella. Que a golpetazos de tacón fractura desde dentro y deja molerse al sol. De otro día.

El encargado de sus conciertos en la ciudad se abalanza. a las mejillas de Peter. A sus pómulos salientes. Que sonríen. Un abrazo estrecho entre ropas rasgadas y huesos. Cueros que comparten olores y cicatrices. De viejos amigos. De niñitos fantasiosos de distinta suerte. Brillantina. El glitter glue de los pasos de su artista estrella. El responsable del fervor de los muchachos y muchachas de Persápolis. Y Peter agradece con exclusividades, besos y propaganda para la ciudad.

Brillantina se abalanza sobre Peter y le entrega unos cigarrillos. Antes de adentrarse por el pasillo. Acercándose a la gente. Su amigo lo sigue. Vigilante. De cada segundo-movimiento. En el bolsillo de Peter sobresale una pluma. Y en los brazos de su asistente. Le hace morisquetas un cuadernillo y un fajo de sobres. Brillantina duda. El contrato es inviolable. Piensa. Lo perturba la idea de la traición. De la pérdida. De la distancia. De Peter lejos. De la ciudad sin publicidad. De su amante sin dinero. De deshecha su cara por los golpetazos. Que propinara su amante. Saque. La dueña de cada cosa en Persápolis. Dueña de cada mente y fijación de los glam. Peter se colaba por entre la mezcla papel-tinta. El contrato es inviolable. Se auto-convence. El contrato es inviolable. Se consuela. El contrato es inviolable. Asegura. Al mirar la sonrisa de Peter. Sereno y amigable. Vestido. Y listo para un par de cigarros. Unas palabras con Brillantina. Un trago de agua tónica sentados en el sofá del vestíbulo. La llegada de los demás integrantes de la banda. La explosión en su garganta. Y el titubear de su cuerpo rodeando la extensión del micrófono. Brillantina no duda. Su cara y amante. Duermen tranquilos. Ahogados con una almohada pesada de confianza. Peter descansa antes del show. Su pluma permanece en el bolsillo.

Los seguidores expectantes bailan con la música de telón. Un telón púrpura con sonido de guitarras y sintetizadores. La gente baila sudada. Y la música hace retumbar los vidrios y las uñas. Una mujer besa a un hombre. Vibrando un labio contra otro. Más distante del escenario. La policía hace sonar los dientes con el rebote de la melodía sobre ellos. Amedrentan a la gente. Seguidores angustiados por un lánguido baile de Peter. Torcido los cuerpos. Enredados unos con otros. Vigilan a los visitantes de las ciudades vecinas. Que mantengan el control. Que se enamoren de Peter. Que no regresen de donde vienen. Memorizan sus caras. Piden identificaciones. Chequean. Comprueban. Anotan. Archivan. Apuestan. La gente baila y disfruta. Engatusada por la estética de Peter. Su puesta en escena. Su banda. Su romanticismo oscuro. Su feminidad erótica. Sus facciones duras. Su cuerpo delgado. Su voz envolvente. Y líricas perseguidoras. Resonantes.

Los policías vigilan que todo ocurra. Tras bastidores Peter escribe incesante. Ansioso. Angustiada. Obseso. Apurada. Antes de salir. Antes de que despertara Brillantina. Antes de que el público comenzara a tocarlo. Y a ahogarla. Con los gritos. Chillidos lánguidos que tocarían. Su uñas. Y sacarían el esmalte. Escribía escapándose de los aplausos. Y de los pasos de Brillantina acercándose. Y de sus ojos que caerían sobre las palabras. Desconocidas. Para un desconocido. Atractiva. Y suplicante. Inquietante. insistente. Y amoroso. desconocida. apasionado. Sobre el papel excitado. Peter se apoya y delira. Con la fantasía. Con el humo cigarro-escenario entre los dientes convulsionando. Cierra el sobre transparente. Los aplausos y los pasos lo rodean y engullen. Y ella fantasea. Fantasea. El sobre se esfuma. Y él fantasea. Fantasea. Imagina al desconocida. Brillantina se acerca. Los gritos del público la carcomen presionando. Se levanta de la silla. Apaga el cigarro. Da un beso. Fantaseando desconocidamente. Escucha su nombre en forma de anuncio. Y corre.

2 comentarios:

  1. Me gusta esta historia, tengo una duda insignificante por que Peter?

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  2. Coincido con la Fer, es buena la historia
    Cariños sita escritora
    tqm!

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